Según algunas crónicas de la época, el Zar de Rusia Pedro I el Grande (Moscú, 1672-San Petersburgo, 1725) llamado así por todas la empresas en las que se embarcó para conseguir no sólo la corona, sino el engrandecimiento y modernización de Rusia; tenía que dormir con su perro, una perra galgo italiana de nombre Lisette, sin la cual al parecer sufría de horribles pesadillas. Quien lo hubiera dicho.