Cuando terminó de cantarla dijo:
¿No sacas los cuernos? –Pues entonces
castañas- y la echaba a la cesta. - ¿No sacas los cuernos? –Pues entonces castañas- y otra a la cesta. Esta vez no se equivocó, volvió a su
casa muy contenta con la cesta llena y empezó a asarlas, mientras gritaba: