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ALBARES (Guadalajara)

Uno de los lagos
Foto enviada por FG

En su juventud estudió en la Universidad de Tubinga, desde 1831 hasta 1833, asistiendo a clases de química, anatomía, zoología, botánica, fisiología y cirugía. En esta época perteneció a diversas sociedades secretas y movimientos revolucionarios de ideales románticos; primero a la «Gesellschaft der Feurreiter»; y en 1833 se adscribió a la «Sociedad de Jinetes del Fuego», participando en las revueltas de Frankfurt de ese año. Condenado por sus actividades políticas en 1836, finalmente, decide trasladarse ... (ver texto completo)
Biografía
Con mi hermano en el mes de Noviembre nos hizo un tiempo que no se lo creía ni él. Ibamos en el centro del día en manga corta. Por el fondo de la fotografia hay un camino que no todo el mundo conoce que te lleva al corazón del parque.
Como este año en noviembre y muchos dias de manga corta.
Roberto Frassinelli y Burnitz (Ludwisburg 1811 — † Corao 1887), también conocido como «el alemán de Corao». Fue un dibujante, bibliófilo, anticuario, naturalista, arqueólogo de origen alemán afincado en Corao, Cangas de Onís.
¿Habeís estado en Cangas de Onís?, es precioso.
Roberto Frassinelli y Burnitz (Ludwisburg 1811 — † Corao 1887), también conocido como «el alemán de Corao». Fue un dibujante, bibliófilo, anticuario, naturalista, arqueólogo de origen alemán afincado en Corao, Cangas de Onís.
El alemán se llamaba Roberto Frasinelli. Voy a poner su biografia.
Tiene tejos antiquísimos que recuerdan que también por aquí los druidas celebraron sus propios ritos, y relieves infernales tallados en las arquivoltas. En uno de ellos, un diablo burlón arrastra por los pelos al traidor obispo don Oppas, que quiso jugársela a Pelayo. Se quejan los vecinos de Corao, con razón, de su restauración apresurada.
Subía a la obra a pie por la senda de Frassinelli, que todavía asciende hasta los lagos desde Corao entre bosques y camperas. Deja a un lado la iglesia románica de Santa Eulalia de Abamia. Allí, según la leyenda, se casó el rey Pelayo con la bella Gaudiosa, y allí sigue el que dice ser su sepulcro (los restos fueron trasladados, a principios del siglo XX, a la cueva de Covadonga).
Mi hermano nos llevó hasta el pozo del alemán, donde dicen que se bañaba hasta en invierno y vimos la casa.
Por allí se restaura ahora la bonita casa de Roberto Frassinelli, el Alemán de Corao: un forastero extravagante y culto que se enamoró de la zona a finales del siglo XIX y hasta contribuyó a diseñar el perfil bávaro de la basílica de Covadonga.
Y cerca, otras cuevas famosas para abrir boca: la del Buxu, en Cardes, tiene muchas pinturas rupestres y pocos visitantes. La del Cuélebre, en Coraín, fue guarida de ese bicho reptilesco y mítico que entronca con la gran familia de los dragones y serpientes celtas.
Es casi una pequeña villa, próspera y de mucho abolengo y leyendas. Tiene buenas casonas y un bosque de castaños mastodónticos -el Castañéu- donde se celebra desde hace siglos una de las ferias de ganado más famosas del Norte.
Para quienes no temen una buena caminata, la mejor manera de acercarse a Covadonga es dejar el coche en el pueblo de Corao, a unos diez kilómetros al pie de los montes que esconden la cueva.
O que si han cambiado por la mano del hombre, lo han hecho para bien: es el caso del paisaje algo fantasmagórico de las antiguas minas de Buferrera, a las que se llega tras un paseíto desde el aparcamiento cercano ya a los lagos.
Pero sigue siendo buena idea acercarse al santuario: a muy poca distancia de los autocares y los puestos de recuerdos píos pueden darse paseos y triscar por bosques y montes que no han cambiado mucho desde que Pelayo y los suyos empezaron a armarla por allá hace ya más de mil años.