Se dio cuenta que en lugar de
castañas había cogido caracoles. Había por todos los sitios: en la mesa, en el suelo, en la pared, y… hasta en el techo… Volvió corriendo al bosque para buscar castañas. Pero… ¿cómo haría para no volver a equivocarse? Pensó, pensó y pensó, hasta que se acordó de una canción que le cantaba su abuela sobre los caracoles, pero no se acordaba: