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ALBARES (Guadalajara)

Rosa
Foto enviada por FG

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Hoy amanece en ALBARES a las 08:24 y anochece a las 18:25
Ten cuidado Toño haber si te vas hacer un lio.
Eso, eso que un día te vas a liar.
Buenos días Toño y RG.
Buenos dias Ana.
Buenos dias Charly, estamos muy madrugadores.
Buenos días Toño y RG.
Ten cuidado Toño haber si te vas hacer un lio.
Los romanos utilizaron el tipo de calzado etrusco, aunque con ligeras modificaciones. En la antigua Roma el calzado dependía de la clase social del que lo llevaba. De este modo, encontramos toda un tipología en calzados: el calceus era un tipo de zapato cerrado, que estaba prohibido para los esclavos; los legionarios del ejército romano cubrían sus pies con la cáliga, que era una especie de sandalia con unas correas atadas por encina de los tobillos; el soccus era el zapato de uso más común entre ... (ver texto completo)
Los orígenes del calzado humano deben buscarse entre los fenicios, egipcios y hebreos, que utilizaban sandalias de hoja de palma o papiro; y también entre los asirios, que llevaban ligeras sandalias sujetas con cintas. Entre los griegos fue de uso extendido la sandalia, aunque se comenzaron a utilizar calzados con suelas de madera o de cuero y zapatos reforzados con clavos y botines hasta los tobillos.
La utilidad es cotidiana y se comenzó a utilizar de manera inmediata extendiéndose a todas las aberturas posibles en prendas de vestir, bolsos...
En 1913, el emigrante sueco, Gideon Sundback, inventó en E. E. U. U. la primera cremallera práctica, que consistía en un cierre mecánico con dos bandas flexibles, provistas de dientes metálicos, que gracias a su forma podían ensamblarse o desensamblarse según el sentido en que se moviera la abrazadera que sujetaba dichas bandas.
En 1837, el estadounidense L. Judson Whitcomb inventó la primera cremallera. Esta cremallera fue presentada en sociedad casi medio siglo después, en 1893, en la Exposición de Chicago. No pareció en principio, un invento práctico, ya que no se le encontraba una utilidad concreta o no parecían querer vérsela, puesto que tuvo que pasar casi un siglo para que esto ocurriera.
La protagonista, tras resistirse a las proposiciones del conde de Belfart, consigue con habilidad casarse con él.

La protagonista de esta novela, lucía durante toda la obra un tipo de sombrero de paja, bajo de copa y de ala muy ancha que recibió como nombre el de "pamela", por este hecho.