El Pontífice Adriano IV (1115-1159), el único Papa inglés de la
Historia, de
camino a su
palacio tras haber pronunciado un caluroso sermón contra el Emperador Federico I, al que incluso había amenazado de excomunión, se detuvo a beber
agua de una
fuente, cuando de manera accidental una mosca entró en su garganta donde se quedó alojada. Los médicos que acudieron con premura nada pudieron hacer. El Papa murió asfixiado.