Le contesté: -"Hija, discúlpame por la forma en que te traté en la tarde, no debí gritarte de esa forma".
Ella se sonrió, y dijo: -"Las encontré cerca de un árbol, y las recogí, porque sabía que te gustarían, especialmente la azul".
Lentamente fui al cuarto de mi hija, y me arrodillé al borde de su cama; -"Despierta cariño, despierta chiquita", -le dije-.
Esas flores, tu hija las escogió especialmente para ti; rosa, amarilla y azul, y se acercó a ti silenciosamente para no arruinar la sorpresa.
Cuando hablaste con un extraño, fuiste cortés, pero con tu hija que es la persona que más quieres en este mundo, te portaste grosera.
No me di cuenta de lo fuerte que le grité. Cuando estamos tan ocupadas nos ponemos nerviosas porque queremos abarcar más de lo que podemos.
Esa misma tarde, mientras yo estaba muy atareada cocinando, mi hija se paró muy firme por un lado, sin que yo me diera cuenta.