Pues tienes toda la razón. Yo añado a toda la
familia (o casi). Recuerdo que de chico el
pueblo me parecía tan grande que era imposible recorrerlo entero, hasta el último escondrijo, y que de tanto intentarlo sabía cuando se había movido una
piedra del
camino. Ahora las cosas se ven con otros ojos, bueno, no del todo :) echo de menos no ir con más frecuencia, aunque vuando vas un fin de semana por ahí suelto da un poco de pena porque cada vez queda menos gente.