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SANTA MARIA DEL CAMPO RUS: Innumerables recuerdos me trae el "prao". Nacido en...

Innumerables recuerdos me trae el "prao". Nacido en el pueblo, de la quinta del 1974, he pasado practicamente hasta mis 25 años en el mismo y he visto el "prao" de diferentes maneras. Somos muchos los que recordamos el ojuelo cuando era como un mini rio del que vevíamos agua, pura y limpia, todo llenos de chopos y olmos, que por el grosor de muchos de ellos eran más que centenarios. No había arreglos florales, todo como la madre naturaleza lo hizo. No había entonces columpios ni arboles entre la hierva. Un día nos encontramos con un montón de columpios, pero al primero que nos permitieron subir si la memoria no me falla, fué el tobogan, que entonces fué una gran novedad, y además de coger cangrejos y peces del rio, comenzamos a jugar con los columpios. Pero en la memoria de muchos debe estar un arbol que conociamos como el arbol mono, en que muchos hemos pasado tardes jugando subiendo por el. Hoy ya no existe, pero daría igual por que los niños de hoy se caerian y se harían pupa.

Luego pasamos del ojuelo al estanque, y ya teníamos campo de futbol y fronton, pero dejamos de poder beber agua del mismo. Y que tardes aquellas en que del colegio nos llevaban de paseo cruzando por el paseo de la ontanilla también lleno de chopos. Por entonces ya habían comenzado los arreglos del jardin, la fuente primitiva con tres pilones en vertical que había en el mimo sitio que la que hay hoy. Entonces vino el desastre con la enfermedad del olmo, desapareciendo el prao tal y como lo habíamos conocido. Por si eso fué poco vinieron las inundaciones que acabaron de dañarlo y dejarlo en el peor estado en el que lo puedo recordar. Fue entonces cuando desde el "prao" comenzamos a ver la carretera, que durante muchos años permaneció oculta tras aquellos matorrales. Han ido pasando los años con arreglos, desarreglos e intentos de volver a tener lo que teníamos. Ahora adoquinado y muy recuperado parece que ha recurado mucho del explendor que tubo. Son muchas las tardes de infancia que muchas generaciones hemos pasado jugando al cangrejo, al futbol, al escondite y a otros juegos en que participabamos todos los que por allí pasábamos. Ya de más mayores son muchos otros juegos los que intentabamos practicar con nocturnidad, pero bueno eso es otro tema.

Es un autentico lujo ver a las generaciones actuales jugar como nosotros lo hicimos. Ojala podamos llegar a ser ancianos que disfruten viendo a otras generaciones jugar en la hierva, o tendremos que buscarlos tras un ordenador jugando en un parque virtual donde no se hagan pupa.

Un abrazo a todos, y en especial a toda la quinta del 1974.