Hola majos!
Soy saeliceño por los cuatro costados; y aunque mis padres marcharon en el año 1964 a Valencia (lugar en que nací), supieron transmitirnos a mis hermanos y a mí el amor por su tierra natal. Atesoro los recuerdos con celo. Ya no están los abuelos, ni tan siquiera mi padre. Madre está mayor y cansada.
Muchos veranos pasé en el pueblo hasta los quince años aproximadamente. No olvido el Pocete, los Arenaos, el Parador, los paseos con la abuela por las eras. El olor de los girasoles, el Pinguruzo, los garbanzos tostados... Tenia mi abuelita una vecina que se llamaba Benita, de edad avanzada, sabia; con ella pasaba horas escuchando unas historias muy interesantes. He recuperado un cuadro del Stmo. Cristo del Amparo y preside el cabezal de mi cama, igual que lo tenían mis abuelos.
El año pasado, viniendo de Madrid, se me ocurrió pasar por allí. Nada más entrar un conocido me dijo: "Y tú, qué haces aquí...Aquí no hay nada!" Me quedé muerto, os lo juro. Después pensé que tal vez para él no había nada, para mí, mucho: mis raíces.
Ahora vivo en un pueblecito de Valencia y os puedo decir que también aquí hay de todo. Pero os aseguro que hay más gente buena en general.
En Saelices conocí a personas buenas, fuertes y luchadoras. La sangre tira y en Saelices hay gran parte de mi. Es mi pueblo.
Bueno, os deseo lo mejor y en cuanto me den el coche nuevo os hago una visita relámpago.
No conozco vuestras caras, pero sé como sois. La vida no es fácil para nadie, por eso hay que crear buenos momentos y disfrutarlos y mientras, estudiad y trabajad con aínco, pues esa es la única forma de levantar un pueblo. Venga, a sonreir.
José.
Soy saeliceño por los cuatro costados; y aunque mis padres marcharon en el año 1964 a Valencia (lugar en que nací), supieron transmitirnos a mis hermanos y a mí el amor por su tierra natal. Atesoro los recuerdos con celo. Ya no están los abuelos, ni tan siquiera mi padre. Madre está mayor y cansada.
Muchos veranos pasé en el pueblo hasta los quince años aproximadamente. No olvido el Pocete, los Arenaos, el Parador, los paseos con la abuela por las eras. El olor de los girasoles, el Pinguruzo, los garbanzos tostados... Tenia mi abuelita una vecina que se llamaba Benita, de edad avanzada, sabia; con ella pasaba horas escuchando unas historias muy interesantes. He recuperado un cuadro del Stmo. Cristo del Amparo y preside el cabezal de mi cama, igual que lo tenían mis abuelos.
El año pasado, viniendo de Madrid, se me ocurrió pasar por allí. Nada más entrar un conocido me dijo: "Y tú, qué haces aquí...Aquí no hay nada!" Me quedé muerto, os lo juro. Después pensé que tal vez para él no había nada, para mí, mucho: mis raíces.
Ahora vivo en un pueblecito de Valencia y os puedo decir que también aquí hay de todo. Pero os aseguro que hay más gente buena en general.
En Saelices conocí a personas buenas, fuertes y luchadoras. La sangre tira y en Saelices hay gran parte de mi. Es mi pueblo.
Bueno, os deseo lo mejor y en cuanto me den el coche nuevo os hago una visita relámpago.
No conozco vuestras caras, pero sé como sois. La vida no es fácil para nadie, por eso hay que crear buenos momentos y disfrutarlos y mientras, estudiad y trabajad con aínco, pues esa es la única forma de levantar un pueblo. Venga, a sonreir.
José.