RADA DE HARO: Un judío prestamista a quien Quevedo solía acudir en...

Un judío prestamista a quien Quevedo solía acudir en circunstancias de apuro por falta de dinero, tenía una esposa algo así como un soldadote con unos bigotes tremendos.

El marido apenas si tenía pelo en la barba.

Una mañana salió aquél mascarón a abrir la puerta.
Quevedo la contempló un instante y exclamó:

- ¿Es a vosotros, amigo mío, o a su esposa a la que tengo el gusto de saludar?
Quevedo.

Queridos Belmonteños, Villaescuseños, y Raeños: Os saludo desde aquí arriba, deseo abrazaros muy pronto, no tardéis.