GABRIEL, eres lo que no hay, no veas como nos pusistes de contentos con tu llamada.
He leído lo de los cangrejos, mis amigos y siempre poco ponderados cangrejos.
Te voy a contar como los conocí, mi padre en aquellos tiempos llevaba el grano a moler al Molino de Calabacilla, el que está más proximo a Carrascosa, yo lo acompañaba tenía seis o siete años y mientras ellos molían, yo me iba donde salía el agua después de pasar por el Molino, allí se formaba una charca considerable y yo me pasaba el día levantando las piedras para que salieran los cangrejos y con las manos como unico instrumento pillaba algunos.
Luego venía mi padre y con el arnero y yo con una talega atada a la cintura nos metiamos en el río, yo iba cinco seis metros por delante apra con el cieno enturbiar el agua y que los cangrejos no vieran el arnero, de cuando en cuando salía alguna lamprea y algún lucio y mi padre lo echaba rapidamente con el arnero al costerón del río para que no se escaparan.
Cuando se hacía de noche, los hombres se iban a la cantina de Carrascosa a tomarse algún vino y yo me quedaba con un par de lamparillas que tenía el molinero y en el puente del río y a la luz de la luna hasta que llegaban y entonces nos acostabamos en la entrada del molino, de techo las estrellas y la luna.
De esta manera me hice amigo de ellos, y además es que están muy buenos caray.
Gracias Gabriel, nos hemos sentido muy acompañados imaginandonos que estarias deseando estar compartiendo el día con nosotros.
Hasta otro rato, un abrazo,
Sergiete.
He leído lo de los cangrejos, mis amigos y siempre poco ponderados cangrejos.
Te voy a contar como los conocí, mi padre en aquellos tiempos llevaba el grano a moler al Molino de Calabacilla, el que está más proximo a Carrascosa, yo lo acompañaba tenía seis o siete años y mientras ellos molían, yo me iba donde salía el agua después de pasar por el Molino, allí se formaba una charca considerable y yo me pasaba el día levantando las piedras para que salieran los cangrejos y con las manos como unico instrumento pillaba algunos.
Luego venía mi padre y con el arnero y yo con una talega atada a la cintura nos metiamos en el río, yo iba cinco seis metros por delante apra con el cieno enturbiar el agua y que los cangrejos no vieran el arnero, de cuando en cuando salía alguna lamprea y algún lucio y mi padre lo echaba rapidamente con el arnero al costerón del río para que no se escaparan.
Cuando se hacía de noche, los hombres se iban a la cantina de Carrascosa a tomarse algún vino y yo me quedaba con un par de lamparillas que tenía el molinero y en el puente del río y a la luz de la luna hasta que llegaban y entonces nos acostabamos en la entrada del molino, de techo las estrellas y la luna.
De esta manera me hice amigo de ellos, y además es que están muy buenos caray.
Gracias Gabriel, nos hemos sentido muy acompañados imaginandonos que estarias deseando estar compartiendo el día con nosotros.
Hasta otro rato, un abrazo,
Sergiete.