Luz ahora 0,04062 €/kWh

LOS HINOJOSOS: Rajoy, sin retorno Aunque quisiera, Mariano Rajoy...

Rajoy, sin retorno

Aunque quisiera, Mariano Rajoy no podría cambiar. No tiene crédito. Lo poco que le quedaba lo consumió en el Debate del Estado de la Nación, que en su versión de julio de 2007 se ha constituido en un punto sin retorno en la trayectoria del dirigente del Partido Popular. Ahora solo puede ir hacia abajo.
Reclamar las actas de las reuniones del Gobierno con ETA es un peldaño más de su desesperación para que el terrorismo, paradójicamente, se constituya en su tabla de salvación como candidato a la presidencia de Gobierno. Ahora que el proceso de paz se ha liquidado, precisamente porque ETA no aceptaba lo que se le proponía, es el peor momento para un órdago en el que lo que se pide es ni más ni menos que las actas (concepto casi jurídico) de las reuniones exploratorias del Gobierno, autorizado por el Congreso de los Diputados al efecto, con la organización terrorista ETA. ¿Hay precedente en el mundo de tamaño dislate?

La desvergüenza tiene la ventaja de que carece de memoria. A nadie se le ocurrió en 1.998 reclamar a José María Aznar las actas de las reuniones que su gobierno celebró con ETA. A pesar de que allí estaba Pedro Arriola, que no era político ni funcionario público, sino un empresario del marketing electoral especialista en el rastreo de votos para el PP. Nunca explicó José María Aznar que hacía reunido con ETA el malabarista de las encuestas y el succionador de votos que trabajaba a sueldo de La Moncloa o del Partido Popular precisamente para sacar tajada electoral de cada acto político.

A José Luis Rodríguez Zapatero se le pueden pedir explicaciones por la forma en la que ha conducido el proceso de paz pero nunca sin la asepsia que requiere dejar claro que al terrorismo no se le está dispuesto a conceder ventaja.

El gravísimo, irreparable problema, que tiene Mariano Rajoy, es que ha dejado claro en múltiples ocasiones que a él no le importa que ETA se fortalezca si es a costa de debilitar al Gobierno.

No ha durado ni quince días la promesa de que Mariano Rajoy ayudaría al Gobierno para "derrotar a ETA". Al constituir en eje de su intervención parlamentaria la exigencia de las actas de las reuniones celebradas, ha demostrado que no es un político confiable. Sencillamente, Mariano Rajoy ha consumado su crédito y cuando los electores le den un revuelco, como parece prácticamente inevitable, el banquillo del PP tendrá que empezar a correr. Ahora ya, es la fuerza del destino.