Cuando se llega a Gascueña lo primero que se ve es un montoón de escombros, pero no son los que yo pensaba, pues la torre del reloj que antes sobresalía ahora no se ve y no es que el polígono industrial, ni los rascacielos le hayan quitado la vista, simplemente lo han hecho nuevo, pero más bajito que el que hicieron, al menos tres siglos antes, los habitantes de entonces. Ellos pensaban en subir y los de ahora en bajar.
Así que esos escombros no son los que le faltan al reloj.
Así que esos escombros no son los que le faltan al reloj.