GARABALLA: Los sublevados entran en Madrid...

Los sublevados entran en Madrid

Mientras se producía el desmoronamiento del frente la quinta columna de Madrid se hizo con el control de la ciudad en la madrugada del 26 al 27 de marzo, «realizando todas aquellas operaciones necesarias para evitar en caso preciso una resistencia que ocasionaría víctimas, y, sobre todo actuaciones a la desesperada». A primera hora de la mañana del día 27 un enviado del Consejo Nacional de Defensa, el coronel Adolfo Prada Vaquero, se entrevistó con el coronel Losas del ejército franquista desplegado en la Ciudad Universitaria y ambos acordaron que la rendición republicana se produciría a las 13 horas del día siguiente 28 de marzo. Esa mañana empezaron a aparecer en Madrid colgaduras y banderas rojigualdas y mucha gente se estaba echando a la calle llena de entusiasmo para recibir a las tropas franquistas. Tras la firma de la rendición en el edificio del Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria las tropas rebeldes ocuparon la ciudad en las horas siguientes sin encontrar ningún tipo de oposición. Durante la tarde y la noche anterior muchos soldados republicanos del frente madrileño se reunían a confraternizar con sus pares franquistas en tierra de nadie, mientras otros soldados republicanos domiciliados en Madrid terminaban de abandonar sus posiciones y volvían a sus casas. Para esas horas sólo los estados mayores del Ejército Popular Republicano permanecían en sus posiciones, sin poder evitar la disolución de sus unidades, mientras los mandos franquistas se limitaban a organizar su entrada pacífica en Madrid junto con la quinta columna, procurando evitar destrucciones o defensas desesperadas, y negándose a requerir que los soldados republicanos volvieran a sus trincheras. En la noche del 27, el Consejo Nacional de Defensa emitía en radio su último comunicado, pidiendo a los madrileños «calma, orden y acatamiento de la autoridad».

Cuando el 28 los sublevados entraron en Madrid sin encontrar resistencia ocuparon todos los edificios públicos. En cuanto los mandos franquistas entraron a la ciudad arrestaron a Julián Besteiro, quien había decidido compartir la suerte de los civiles madrileños y no huir al extranjero como el resto de miembros del Consejo Nacional de Defensa.

«Madrid no fue tomada, se entregó sin resistencia, terminando así 32 meses de terrible guerra, por unos y otros, que ahora deseaban que cesase el derramamiento de sangre. La victoria proporcionaba la paz, o quizá la paz suponía el precio de la victoria».