El río baja abriéndose paso entre los edificios, CUENCA

Foto de José A. GM

¿Has visitado alguna vez una ciudad ubicada entre paredes rocosas y con casas que parecen estar suspendidas en el aire?

Seguro que las Casas Colgadas que literalmente sobresalen sobre el desfiladero del río Huécar de este destino de Castilla – La Mancha captan tu atención. Sin embargo, esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad de calles empedradas y edificios centenarios también ofrece una cara moderna y apuesta por el arte abstracto. Puro contraste a menos de dos horas de Madrid.

Un recorrido por el casco histórico

Merece la pena subir las cuestas y callejuelas que se adentran en esta ciudad -situada entre las hoces de los ríos Júcar y Huécar- para dejarse sorprender por sus miradores. Entre las paradas imprescindibles está la Plaza Mayor, donde verás los arcos del Ayuntamiento y la bonita Catedral que se comenzó a construir a finales del siglo XII.

Por detrás del templo, una calle lleva a las Casas Colgadas, el gran símbolo de Cuenca. Se conservan tres visitables: la Casa de la Sirena (que alberga un mesón) y las Casas del Rey, donde puedes conocer el Museo de Arte Abstracto Español, con obras de artistas tan famosos como Tápies, Chillida o Saura.

Para obtener unas fotos espectaculares de las Casas, hay que perder el vértigo y cruzar la pasarela de hierro del puente de San Pablo. Justo al otro extremo está el Convento de San Pablo, hoy convertido en Parador y por tanto en uno de los mejores sitios para pasar la noche en la ciudad, que iluminada gana todavía más en encanto.

Cuenca también te va a sorprender por curiosidades como los “rascacielos” del barrio de San Martín o el túnel visitable de la calle Alfonso VIII. Los aficionados a los museos tienen otras opciones: la Fundación Antonio Saura, la Fundación Antonio Pérez, el Museo de las Ciencias… Y si quieres investigar en las tradiciones, también está el Museo de la Semana Santa, dedicado a la fiesta más famosa de la ciudad.

Gastronomía castellana y zonas de baño

Que Cuenca es fotogénica es innegable. Pero, además, tiene una gastronomía riquísima. A la hora de comer, la ciudad no defrauda y ofrece en sus mesones castellanos lo mejor de su contundente gastronomía: morteruelo (una especie de paté caliente), ajoarriero (guiso de bacalao), el licor típico resolí, alajú como postre… En la Plaza Mayor y alrededores encontrarás multitud de bares, aunque también hay otras zonas recomendables para hallar un buen restaurante como el barrio de Castillo en la parte alta, con mucho ambiente gracias a sus terrazas y miradores a la hoz. Y si quieres, también tienes restaurantes más modernos de cocina de autor, tabernas flamencas o locales de copas construidos, por ejemplo, en los sótanos de un palacio.

El lado más natural de la ciudad se disfruta sobre todo en verano, cuando puedes darte un chapuzón en la zona de baño de la Hoz del Júcar y comer en un restaurante cercano un riquísimo arroz con bogavante. Otra opción es pasear por la ruta del Cerro del Socorro o, si quieres conocer un lugar realmente curioso, desplazarte 30 kilómetros para ver las rocas de la Ciudad Encantada, con formas de animales, figuras humanas…
(3 de Abril de 2021)