Ole! ¡con Ole! Ole, y Ola, voz quebrada en tu garganta, trinos del urogallo en celos, ecos gregorianos que la
sierra sentía, hasta las aves del otero oían tu VOZ, y la brizna del suave viento acariciaba sus lindos plumajes, mientras tranquilas estas picoteaba las migajas de
pan que de tus manos caía, recreándose ellas tranquilas en tus acordes estrofas musicales, salidas del interior de tu alma para cantarle a tu
CUENCA querida.
VIVO EN las
CASAS COLGADAS AL OTRO LADO DEL
RIO.
Pastorcillo
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