ANÉCDOTA: Iniciaba yo el descenso de la cuesta que hay antes de llegar a la
finca cuando de pronto oigo el ladrido de los mastines, pero cual fue mi sorpresa que los vi venir por la
carretera corriendo hacia mí, la primera idea fue bajarme de la
bicicleta y ponérmela delante a la manera de
escudo protector, pues cuando llegaron a mi altura ladrando, creí que había llegado mi fin, pues el Tremendo, que era de
color negro dio un bocado a la rueda y el otro que venia un poco mas retrasado ya que era
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