El café de Levante de la calle del Arenal, para diferenciarlo de su homónimo en la Puerta del Sol, pasó a llamarse café Nuevo de Levante, aunque todos lo conocían por “café Levante de Arenal”. Era un café musical para un público muy melómano y tenía un piano de cola para ejecutar piezas de música clásica.
Valle Inclán llegó a decir que el café de Levante tenía más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y que muchas importantes academias.
La tertulia de Valle Inclán tuvo tal resonancia que muchos se acercaban para escuchar o intervenir, mientras la música sonaba.
Esto ocasionó un enfrentamiento entre entre melómanos y tertuliano. Un día Valle Inclán, que carecía de oído musical, gritó: ¡Qué se calle Wagner, que no deja que se me oiga!. En esa ocasión ganaron Wagner y los amantes de la música...
Valle Inclán llegó a decir que el café de Levante tenía más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y que muchas importantes academias.
La tertulia de Valle Inclán tuvo tal resonancia que muchos se acercaban para escuchar o intervenir, mientras la música sonaba.
Esto ocasionó un enfrentamiento entre entre melómanos y tertuliano. Un día Valle Inclán, que carecía de oído musical, gritó: ¡Qué se calle Wagner, que no deja que se me oiga!. En esa ocasión ganaron Wagner y los amantes de la música...
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