Como hoy es el aniversario del nacimiento de Rubén Darío, os dejo este fragmento de su poema "Cosas del Cid", en el que relata la recompensa que obtuvo el Cid cuando un mendigo leproso le pidio limosna y, al no llevar dinero, se quitó el guantelete para tocar con su mano la mando del mendigo. Poco después se le acercó una niña con apariencia de hada:
Y fué al Cid y le dijo: «Alma de amor y fuego,
por Jimena y por Dios un regalo te entrego,
esta rosa naciente y este fresco laurel.»
... Y
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Tengo que hacer unas cosillas y a reírme un rato con el intermedio. Seguro que encuentran algo de humor entre tanta "caca" como circula por muchos sitios. Os dejo con este "Caso" simpático de Rubén Darío.
A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,
que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: «Quedará sin vida
si se pretende sacarle
el venablo de la herida».
Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió,
con el acero clavado
el caballero murió.
Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía,
con el venablo moría,
sin el venablo también.
¿No comprendes, Asunción,
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?
Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero:
¡si me lo quitas, me muero;
si me lo dejas, me mata!
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