Leyendas de Almadenejos
Lo bueno que tiene el pueblo es que la fauna salvaje aun prevalece.
Este mismo verano cuentan que ha habido un animal parecido a una comadreja que ha saltado de tejado en tejado, y que en alguna casa ha hecho algún estropicio con las gallinas.
No hace mucho, las zorras entraban en los gallineros y no dejaban una con cabeza.
Yo mismo en mis inicios de la vida, cuando tenía cinco o seis años, ví como un águila se posaba en el corral y se hacía con uno de los pollitos que por allí andaban.
Una noche, viajando desde el pueblo hacia Córdoba, a la altura de los Pedroches, y teniendo yo poco más edad que en el caso anterior, pudimos observar, durante largo rato, a un lince que había quedado deslumbrado por los faros. Esto hoy en día supongo que será más difícil, por no decir imposible.
No siendo salvaje,, pero sí bravío, otra noche saliendo de Puertollano, se habían escapado varios toros bravos de una finca y se habían apropiado de la carretera, por la que no circulaba entonces nadie. Normalmente en manada no embisten, pero como era de noche y alguno que otro estaba desligado del grupo, embestían al coche como si se tratase de los rinocerontes, esos de la peli de John Wayne.
Yo no tenía edad entonces para salir y darle unos pases, aparte de que acojonaba ver desde el coche a los bichos bufando y embistiendo.
Cartucho.
Lo bueno que tiene el pueblo es que la fauna salvaje aun prevalece.
Este mismo verano cuentan que ha habido un animal parecido a una comadreja que ha saltado de tejado en tejado, y que en alguna casa ha hecho algún estropicio con las gallinas.
No hace mucho, las zorras entraban en los gallineros y no dejaban una con cabeza.
Yo mismo en mis inicios de la vida, cuando tenía cinco o seis años, ví como un águila se posaba en el corral y se hacía con uno de los pollitos que por allí andaban.
Una noche, viajando desde el pueblo hacia Córdoba, a la altura de los Pedroches, y teniendo yo poco más edad que en el caso anterior, pudimos observar, durante largo rato, a un lince que había quedado deslumbrado por los faros. Esto hoy en día supongo que será más difícil, por no decir imposible.
No siendo salvaje,, pero sí bravío, otra noche saliendo de Puertollano, se habían escapado varios toros bravos de una finca y se habían apropiado de la carretera, por la que no circulaba entonces nadie. Normalmente en manada no embisten, pero como era de noche y alguno que otro estaba desligado del grupo, embestían al coche como si se tratase de los rinocerontes, esos de la peli de John Wayne.
Yo no tenía edad entonces para salir y darle unos pases, aparte de que acojonaba ver desde el coche a los bichos bufando y embistiendo.
Cartucho.