Atinaplomillos: se trata del muchacho que trataba en las fiestas del pueblo, en la caseta los tiros, de derribar, con una escopetilla de plomos, el palillo o las bolas que al efecto ponían para llevarse el premio.
La desviación excesiva y provocada de la mira de puntería, provocada por el feriante para hacer perder en el acto, a veces era tan exagerada, que casi dabas al de al lado, al que no habías apuntado. Eso sí, de pura chiripa.
El escaso porte del plomillo que proporcionaban, que prácticamente era aire, no daba de sí para tumbar las bolas.
En todo caso sí de hacer una muescquecita en los palillos.
Claro está, llegaba el momento de cabreo en el que hartos, se cambiaba la estrategia y se tiraba alargando la escopetilla hasta contactar físicamente el cañón y el objetivo (lo que se suele decir en el frente, el cuerpo a cuerpo)
Cartucho.
La desviación excesiva y provocada de la mira de puntería, provocada por el feriante para hacer perder en el acto, a veces era tan exagerada, que casi dabas al de al lado, al que no habías apuntado. Eso sí, de pura chiripa.
El escaso porte del plomillo que proporcionaban, que prácticamente era aire, no daba de sí para tumbar las bolas.
En todo caso sí de hacer una muescquecita en los palillos.
Claro está, llegaba el momento de cabreo en el que hartos, se cambiaba la estrategia y se tiraba alargando la escopetilla hasta contactar físicamente el cañón y el objetivo (lo que se suele decir en el frente, el cuerpo a cuerpo)
Cartucho.