Han fallecido en menos de una semana dos personas a las que no les ha dado tiempo a despedirse; bien es verdad que, como consecuencia, tampoco han sufrido el impacto que puede tener para una persona el dolor físico o el dolor psíquico de efectuar el tránsito eterno. Tampoco han generado ninguna demanda de atención especial en sus familiares y allegados. Podemos decir que se han ido sin dar ruido, ni tampoco sentirlo.
Han sido mi querido Consuegro Antonio Merino Capuchino, que murió en su casa, en Móstoles, mientras se aseaba, el pasado día 12 de Enero. Era una excelente persona, que se desvivía por su afición, la caza con galgos.
La otra persona ha sido un Compañero y Amigo de Bilbao, José Manuel Iglesias, que en parecidas circunstancias, mientras trabajaba en la oficina, nos dejo para siempre anteayer día 20 de Enero. Era un buen vasco, grande, sano, íntegro, Decano de Ingenieros Técnicos de Minas en País Vasco.
Reflexiones:
La intensidad del amor a la vida debe imprimirnos fuerzas para tener capacidad de apreciación para valorar el estado de emociones y sentimientos positivos de cada uno.
Los recuerdos que deben perdurar tienen que sostenerse en un legado que las personas queridas nos han querido trasvasar en vida y a veces parece se empeñan en reforzar nuestros sentidos y nuestra particular percepción de que AHÍ ESTÁN y SIEMPRE ESTARÁN.
Hay que sobrevalorar aún más de lo que podamos hacer, todas las Buenas Sensaciones, y otorgarle desatención a las que no lo son.
Cartucho
Han sido mi querido Consuegro Antonio Merino Capuchino, que murió en su casa, en Móstoles, mientras se aseaba, el pasado día 12 de Enero. Era una excelente persona, que se desvivía por su afición, la caza con galgos.
La otra persona ha sido un Compañero y Amigo de Bilbao, José Manuel Iglesias, que en parecidas circunstancias, mientras trabajaba en la oficina, nos dejo para siempre anteayer día 20 de Enero. Era un buen vasco, grande, sano, íntegro, Decano de Ingenieros Técnicos de Minas en País Vasco.
Reflexiones:
La intensidad del amor a la vida debe imprimirnos fuerzas para tener capacidad de apreciación para valorar el estado de emociones y sentimientos positivos de cada uno.
Los recuerdos que deben perdurar tienen que sostenerse en un legado que las personas queridas nos han querido trasvasar en vida y a veces parece se empeñan en reforzar nuestros sentidos y nuestra particular percepción de que AHÍ ESTÁN y SIEMPRE ESTARÁN.
Hay que sobrevalorar aún más de lo que podamos hacer, todas las Buenas Sensaciones, y otorgarle desatención a las que no lo son.
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