La tecnología en nuestro pueblo no tenía nada que envidiar a las más prestigiosas.
Ahí estaba el RERRE para solventar cualquier duda sobre nuestra incorporación a la Investigación y el Desarrollo científico.
Él como nadie ha hecho volar artificios luminosos en las noches de fiesta del pueblo y ha alumbrado nuestros deseos y sueños en el techo de Almadenejos.
En algunos casos, incluso arriesgando su vida entre la pólvora, con el fin de alegrarnos y mostrarnos sus avances pirotécnicos.
Como buen investigaor, era polifacético.
Se dedicaba también a la narración de eventos festivos, especialmente los taurinos, emulando al incombustible "Matías Prats" (padre).
Esta faceta suya no le encumbraba precisamente al podium de los mejores. Se regocijaba de los revolcones a los adiestrados locos que se nos ocurría enfrentarnos a unos animales que parecían locomotoras resoplando vapor en sus arrancadas. Ésto además lo hacía siempre a través de un micrófono pegado a un tocadiscos que emitía más contaminación acústica que la mina en plena acción. Lo que sí es que normalmente eran pasodobles, que una y otra vez se repetían, como en los puestos de los mercadillos, o incluso la canción de "los pajaritos" o aquéllas del Fary del Torito. También mostraba sus inclinaciones mediáticas por un au otra Peña (no políticas eso sí).
Hay que reconocer, no obstante, que era lo que había y que bastante acompañamiento para aquélla época, por otra parte, no tan lejana.
Pero e ahí que este buen hombre también era el locutor de acontecimientos importantes: la Salida de la Virgen en la procesión; la presentación de conciertos musicales; la entrega de premios de eventos deportivos, etc... etc...
Es donde reside este Homenaje a un Hombre (Antonio Ruiz Rodriguez) que dió su buenhacer, y entre ello sus defectos, a la diversión de este pueblo.
Cartucho.
Ahí estaba el RERRE para solventar cualquier duda sobre nuestra incorporación a la Investigación y el Desarrollo científico.
Él como nadie ha hecho volar artificios luminosos en las noches de fiesta del pueblo y ha alumbrado nuestros deseos y sueños en el techo de Almadenejos.
En algunos casos, incluso arriesgando su vida entre la pólvora, con el fin de alegrarnos y mostrarnos sus avances pirotécnicos.
Como buen investigaor, era polifacético.
Se dedicaba también a la narración de eventos festivos, especialmente los taurinos, emulando al incombustible "Matías Prats" (padre).
Esta faceta suya no le encumbraba precisamente al podium de los mejores. Se regocijaba de los revolcones a los adiestrados locos que se nos ocurría enfrentarnos a unos animales que parecían locomotoras resoplando vapor en sus arrancadas. Ésto además lo hacía siempre a través de un micrófono pegado a un tocadiscos que emitía más contaminación acústica que la mina en plena acción. Lo que sí es que normalmente eran pasodobles, que una y otra vez se repetían, como en los puestos de los mercadillos, o incluso la canción de "los pajaritos" o aquéllas del Fary del Torito. También mostraba sus inclinaciones mediáticas por un au otra Peña (no políticas eso sí).
Hay que reconocer, no obstante, que era lo que había y que bastante acompañamiento para aquélla época, por otra parte, no tan lejana.
Pero e ahí que este buen hombre también era el locutor de acontecimientos importantes: la Salida de la Virgen en la procesión; la presentación de conciertos musicales; la entrega de premios de eventos deportivos, etc... etc...
Es donde reside este Homenaje a un Hombre (Antonio Ruiz Rodriguez) que dió su buenhacer, y entre ello sus defectos, a la diversión de este pueblo.
Cartucho.