Vivencias almadenejenses (década de los 60 y 70)
Los chavales de mi edad, en las Fiestas, teníamos en el pueblo, y en la Feria, una predilección, aparte de la carrera de cintas, y la colocaión de la liga (nada que ver con intentar ligar).
Era la escopetilla en las casetas. En ese ámbito rodeado de festividad, es donde muchos empezamos a fumar los primeros pitillos que correspondían a los derribados, sujetos a un palillo, independientemente de su marca o tipología.
El tino era lo de menos. Lo principal, llegar a conocer el ángulo de desviación que había aplicado el promotor de la atracción.
O, en caso contrario hacer uso de la fuerza con la colaboración y la prolongación del caño del arma, bien en ausencia o descuido del o la responsable feriante, o incluso con su beneplácito, una vez había contabilizado la considerable inversión en resultados fallidos.
Aunque también se reprendía la conducta del que intentaba hacer trampa, cuando era pillado, y que lo hacía simple o llanamente para paliar, en la medida de lo posible, su exagerado gasto.
Pero al final salías con tu trofeo, que normalmente compartías con los colegas, incluso como un deafío y exposición de contrariedades juveniles contra la cultura y convicciones de la época.
Cartucho.
Los chavales de mi edad, en las Fiestas, teníamos en el pueblo, y en la Feria, una predilección, aparte de la carrera de cintas, y la colocaión de la liga (nada que ver con intentar ligar).
Era la escopetilla en las casetas. En ese ámbito rodeado de festividad, es donde muchos empezamos a fumar los primeros pitillos que correspondían a los derribados, sujetos a un palillo, independientemente de su marca o tipología.
El tino era lo de menos. Lo principal, llegar a conocer el ángulo de desviación que había aplicado el promotor de la atracción.
O, en caso contrario hacer uso de la fuerza con la colaboración y la prolongación del caño del arma, bien en ausencia o descuido del o la responsable feriante, o incluso con su beneplácito, una vez había contabilizado la considerable inversión en resultados fallidos.
Aunque también se reprendía la conducta del que intentaba hacer trampa, cuando era pillado, y que lo hacía simple o llanamente para paliar, en la medida de lo posible, su exagerado gasto.
Pero al final salías con tu trofeo, que normalmente compartías con los colegas, incluso como un deafío y exposición de contrariedades juveniles contra la cultura y convicciones de la época.
Cartucho.