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ALDEA DEL REY: Sabor a pueblo...

Sabor a pueblo
Sale enero a tomar el sol. La calle
por donde antes pasara el mediodía
llorando, se ha secado. Suenan gritos
de niños, como piedras que cayeran
dentro de un pozo. Ladra un perro y cruza
un sol enfermo por las azoteas.

Abajo, como siempre, el cierro donde
hilvana su nostalgia la soltera
(«el pretendiente aquel que era bajito,
pero amable, Dios sabe a quién corteja»...)
Cotidiana, invernal fuga del tiempo
en la pasividad de la alhucema.

Las cinco de la tarde. Se levanta
un vientecillo sobre las almenas
donde lloran las sábanas con sordos
rumores el blancor de su pureza.

Desde las azoteas se ve el pueblo
tendido en la quietud de la marea
que le da un verde abrazo y la clausura:
geografía celosa y centinela
¿de qué?, ¿de sus salinas, sus esteros,
su puente, sus acacias, sus palmeras,
su paraíso de dormido tiempo,
retiro luminoso de la tierra?