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ALDEA DEL REY: Estimado amigo Jardinero de las nubes:...

Estimado amigo Jardinero de las nubes:

¡Qué elegante y sutil ironía deslizas suavemente en tu comentario! Mas, o no me has entendido bien, o por el contrario, que quizá de ello se trate, yo no me he expresado adecuadamente. Hace tiempo, amigo Jardinero, aunque la loa no te diga nada, e incluso estés sobrado de ella, que te indiqué que en ti veía a una persona de una fe viva, cualificada y operante. Que no era posible ni pensable, leyéndote y releyéndote, que tu vivencia bíblica no estuviese acompañada o correspondida de la praxis evangélica. Sinceramente, yo aún disto mucho de encontrarme en ese estadio. Me ha producido un agradable estupor, por admiración y fascinación, la atención que proporcionaste a aquella joven mujer en la proximidad de su muerte. Incluso, con sinceridad te lo digo, me has hecho recordar al Apóstol de los leprosos, al divino aunque humano Kamiano (= padre Damián), a su misión tan terrible como grandiosa en la isla de Molokai. También él tuvo que consolar a muchos moribundos, verdaderos engendros humanos; consolarlos y darles alegría y esperanza, como tú hiciste con aquella joven madre. También él lloro y se le agotaron las lagrimas; también él lo hacía impelido por el amor a Dios, que plasmaba en sus semejantes. Se marchó a aquel mundo olvidado de todos sin prácticamente estudios, allí los concluyó. Su apostolado, y digo bien, apostolado (= seguimiento de Jesús) tú me lo has recordado. Entiendo perfectamente que la Biblia sea para ti alimento espiritual esencial (sic). No sólo la llevas en la mismidad de tu mente, sino que la haces operante porque le llevas igualmente en lo profundo de tu corazón. Es la tuya, amigo Jardinero, una fe bíblica vivencial ante todo y sobre todo. No necesita, como tampoco lo necesitó Jesús, de refrendo académico ninguno, es pura praxis cristiana. Pero, nunca olvidemos que quienes hablamos de Dios y operamos en la vida, somos hombres, no Dios.

Bendito tú que no precisas de “ver” para creer, porque ello te impulsa a actuar. Yo aún no puedo situarme en las nubes, sigo permaneciendo en la tierra. Hace muchos, bastantes años, que ‘persigo’ a Jesús, que trato de encontrarlo, y que a pesar de todo lo siento próximo a mí, lo vivo junto a mí, le hablo y me escucha, le pido y me corresponde, le interrogo... y, unas veces me contesta y otras vivo en el silencio. No desespero. Como diría el santo de Hipona, ese misterio me hace exclamar, convencidamente, que a pesar de ser lo <Superior summo meo>, también es, porque lo siento dentro de mí, lo <Interior intimo meo>. Tú, amigo Jardinero, tienes fe, fe viva, radiante, feliz, cualificada. Yo, por el contrario, aun teniendo fe, como le sucedía a san Agustín, deambulo entre la razón y la fe, entre la fe y la razón. Menos mal, que el Aquinate vino tras su lectura y estudio a darme la razón: la razón y la fe se complementan; la razón al servio de la fe, no como una esclava sino como una hermana. Tengo fe viva y ardiente, amigo Jardinero, pero quiero y deseo cualificarla, vivirla si es posible desde la razón. He aquí, el porqué de mi vía académica en la lectura, tal vez estudio sistemático de la Biblia, la vía analítico-crítica a la luz de la fe, la razón, la ciencia y la historia. Y, lo digo sin ningún atisbo o asomo de engolamiento, la leo y la estudio desde la esperanza y la humildad. No llevo esta tarea en la soledad sólo de la lectura, sino que me asisten y ayudan profesores altamente cualificados, teólogos y biblistas de contrastada solvencia y garantía. No deseo tener una fe crédula sino creíble. A pesar de todo, amigo Jardinero, sigo admitiendo que la fe es algo donado, dado por Dios. Ese don, la fe, deseo más aún hacerlo tarea, y, aunque peque de cierto egoísmo, porque deseo salvarme, darle un sentido a mi vida, vivirla en lo posible desde la projimidad. Aún estoy muy lejos. Muchas veces en silencio pido, exclamo, ¡dame fe, Señor! ¡quiero vivirte, Jesús! Y, aunque el silencio suele acompañarme muchas veces también, no desespero, tengo y mantengo la esperanza que me oirá. Ese convencimiento que tú tienes, lo envidio, lo deseo, trato de conseguirlo. No te equivoques, no busco honores, títulos ni gloria mundana; busco a Jesús en los demás y con los demás... todavía en la tierra. ¿La soberbia... ésa para los débiles? Busco, humilde y solidariamente, fe para entender, pero también inteligencia para creer. Y lo estoy llevando a cabo en un ámbito o entorno adecuado. Sin que mi mano izquierda sepa lo que hace, piensa o siente la derecha. En silencio y recato. Así, cada día me siento más humano y, sin proponérmelo, vivo más lo divino desde mi co-sentir con los demás. Muchas veces soy engañado, y se reirán de mi ingenuidad, pero mi alma vive tranquila, relajada. Sé y soy consciente sin pretenderlo que Jesús me ve y me acompaña. Me produce mucha tristeza, llanto interior y pesadumbre, el que vivamos tan displicentemente la realidad del misterio, de lo divino por sagrado. Querámoslo o no, Dios está ahí, es el ser puro-ser, el ser necesario, imprescindible... y nos olvidamos de Él. Somos tan incoherentes por prepotentes e irresponsables, que echamos la culpa a Dios de nuestros errores. Ese camino, aun sin haber logrado aún un vuelo sostenido hacia las alturas espaciales, entiendo que no es el idóneo para acceder al misterio.

Sí, hay gente, tú dices que pocos, que lee la Biblia; el ritmo, tempo o modo es lo de menos. Hay que vivirla como tú haces. El ejemplo que me pones, con perdón, no lo considero el más acertado.

Un amigo en la esperanza que nos prometió Jesús.

Alter ego.

16.11.08