Apreciado amigo Jardinero de las nubes.
Si me llamas <amigo>, calificación que me conmueve en lo hondo del alma y que me emociona, entiendo que me ofreces tu amistad, que, como sabemos se trata de un sentimiento desinteresado, y que, lleva implícita como condición sine que non, la reciprocidad. Ya lo decía Laín Entralgo (Sobre la amistad), <el amigo es como el otro yo de uno mismo, el alter ego>. Te lo dije en un comentario anterior; considero que entre nosotros hay más puntos de encuentro que de desencuentro. Nos hemos encontrado en algo que para mí es lo más sublime de un ser humano, la comunión de ambos en el mensaje trascendente de Jesús de Nazaret; donde, es precisamente la amistad, el amor, lo que nos identifica y a la vez nos diferencia de otros. Pero... ¡qué difícil nos lo puso aquel <loco> de Nazaret!..., ¡debemos amar y perdonar a todos, hasta a los propios enemigos! Aquí radica, lo afirmaba un estudioso y exegeta judío como Joseph Klausner (Jesús de Nazaret), la singularidad del Cristianismo como consecuencia de su radicalidad extrema. Es decir, la ética cristiana no tiene parangón. Con humildad, apreciado amigo Jardinero de las nubes, aún no hemos llegado a ese estado, entiendo que beatífico,..., pero, es posible y por mi parte voy a intentar, con el corazón, el espíritu y el alma (los míos) en mis manos, ofrecerte mi sincera amistad. Ten seguros de mi parte mi lealtad y respeto... aun en la discrepancia, pues no olvidemos que somos humanos, pero tu dignidad (de procedencia divina), origen y fundamento de todos nuestros derechos, jamás será atentada por mi parte.
Si procedemos así, considero, así lo entiendo yo, es porque la conmovedora y singularísima historia de Jesús de Nazaret, que a mí (a ti) me ha subyugado y cautivado (mucho más cuando he profundizado en ella), se debe a que es el único personaje histórico a quien profeso una sincera admiración y un respeto sin límites, sublime. Su mensaje es corto, pero muy hermoso, dar amor, amistad sin ningún tipo de prejuicios. Éste deseo, apreciado amigo Jardinero de las nubes, que sea nuestro lugar de partida y de encuentro. Si es así, lo que espero y deseo, nuestra amistad (ser amigos) estará asegurada.
Dices en tu escrito que: <ahora yo no me encuentro muy bien>, lo que me preocupa; y, pido a Jesús que te ayude; que tu situación o estado sea físico u orgánico, sea psíquico, afectivo o anímico, vuelvan a la normalidad, de corazón te lo digo.
Aunque algunos foristas me piden que no me extienda tanto en mis comentarios, se dan situaciones o casos (como es el tuyo, amigo) donde la brevedad hemos de soslayarla. No; no me desanimo porque algún forista vierta opiniones negativas sobre lo que escribo; me afecta, me duele, que no se <quieran entender> algunas cosas que digo. La crítica, cuando es como tú indicas, leal y respetuosa, y no cuando anteponemos lo pasional (y, muchas, quizás todas, las pasiones son ciegas), no lo afectivo, a lo racional y humanistarista, encontramos fácilmente a mano la descalificación cuando no el exabrupto. Hablas de tantas cosas tan importantes, tan humanas y divinas, que, apreciado amigo, no tengo por menos que extenderme.
A modo de sugerencia me das un consejo que te acepto, aun lo problemático que resulta dar consejos. Me pides que mis estudios y lecturas las haga y las ofrezca a Dios. Amigo Jardinero; ésa es, ha sido y será mi norma de conducta por cuanto que tengo profundamente asumido de mis debilidades, de mis limitaciones, de que Dios está por encima de todos nosotros. Dios Padre, y siempre por mi parte a través de Jesucristo su Hijo, está (están) presente (s) tanto en mi corazón, en mi mente como en mi alma, cuando pienso algo, hago algo, estudio algo, ofrezco algo y pido algo. Si somos libres, si somos los seres más inteligentes habidos en este mundo, si poseemos pensamientos y sentimientos, si somos artífices de la creatividad, grande o pequeña, es porque Dios así lo ha querido... por amor, por amistad con el ser humano. El ser humano posee algo tan extraordinario y singular, la dignidad humana, que sólo tiene su procedencia, su origen, en la divinidad. Es lo que nos identifica a Él. Hubiera podido el Creador habernos hecho como a los demás seres, un gato, una cebra, una cucaracha, una alcachofa, un árbol...; mas, al carecer de libertad como sucede en estos casos, los instintos imperarían y todo se haría ciegamente. Nuestra libertad que conlleva limitaciones tiene su fundamento en nuestra dignidad... divina.
Me sugieres igualmente que la humildad presida todo en mí, mis actos, mis pensamientos, mi decir y mi escribir; lo que te agradezco también de corazón porque, los buenos consejos aun sabiéndonos y practicándolos nunca están demás. No obstante, apreciado amigo, sí quiero indicarte un pequeño apunte. La humildad no debe estar reñida con la autoridad (me explicaré), pero sí con la soberbia. Autoridad no en el sentido de autoritario y autoritarismo, no; sino en aquella que tiene su origen en el saber y el conocer... siempre y cuando ambos estén en consonancia o coherencia con la praxis, a lo que llamaríamos honestidad. Sin que valga la comparación, ¡Dios me libre!, Jesús, decían sus oyentes, hablaba con autoridad: <No he venido a abolir la Ley, sino a perfeccionarla>; <Habéis oído..., pero yo os digo...>, p. ej. Este tipo de autoridad no está reñida con la humildad. Otra cosa es la soberbia, que nos impide servir y compartir, nos hace excluyentes, querer ser poseedores de la verdad..., que, como sabemos, muchas veces puede poseer cara poliédrica.
En este sentido, amigo Jardinero, siempre tengo presente una frase de Agustín de Hipona (Confesiones), que nos dijo: <La soberbia cierra todas las puertas, la humildad las abre>. Sed, como yo, nos dijo El Maestro, mansos y humildes. San Agustín, que siempre fue referente de lectura y meditación, así como de conducta de nuestros singulares místicos, Teresa de Ávila (Teresa de Jesús) y Juan de Yepes (Juan de la Cruz), la Doctora Universal de la Iglesia y el Doctor Místico, después de una vida de crápula en su juventud llegó a una de las cimas de la Teología, luego a la santidad. Sí, la humildad como norma de conducta. San Juan de la Cruz ejemplificó cotidianamente su humildad aun su extraordinario saber (yo diría sabiduría) tanto en lo humano como en lo divino. Todas y todos ansiaban que fuese su confesor, su director espiritual... por su sabiduría y su humildad. En cuanto a la santa de Ávila, ella misma nos dice en el libro de su Vida, que la humildad le abrió muchas puertas... consiguió muchos favores materiales y legales enfocados todos en benéfico de su labor reformadora del Carmelo. Son para mí, amigo Jardinero, mis referentes en cuando a la humildad como norma de vida, aparte, claro está, de Jesús de Nazaret.
Como entre amigos, amigo Jardinero de las nubes, no deben existir secretos y sí mucha comunicación, confianza mutua, confidencias y complicidad; entenderás, estoy convencido, que deseando ser cada vez más humilde, aun poseyendo y ampliando el saber y el conocer, quiero decirte que acabo de finalizar en el Instituto de Espiritualidad de Burgos, adscrito al Teresianun de Roma, la diplomatura en Espiritualidad Cristiana, tres cursos, e igualmente un máster (lo escribo con tilde) universitario en Ciencias de la Religión, en la especialidad de Orígenes del Cristianismo, aparte de estar inmerso en estudios teológicos de mayor calado. Precisamente para eso, amigo mío, para intentar cada vez ser más humilde rehuyendo lo soberbio, pero no el saber y el conocer, que... suelen dar autoridad, abundo y profundizo constantemente en esa dirección y sentido.
¿Que no te considere apóstol? Lo eres, amigo Jardinero, lo eres; un continuador de la labor de los elegidos por Jesús, de sus amigos más íntimos, porque los amigos se eligen. Estás practicando, con humildad, una labor de misión y de comunión, que son los rasgos característicos de la eclesiología moderna, resultante de la doctrina emanada del Vaticano II, y que se plasma en forma magistral en el documento papal Christifidelis laici, de Juan Pablo II.
Es posible, muy probable, que si esta amistad prospera y fructifica, podamos comunicarnos, entiendo que más pronto que tarde, por otras vías, p. ej., vía e-mail.
Un amigo.
Alter ego.
Si me llamas <amigo>, calificación que me conmueve en lo hondo del alma y que me emociona, entiendo que me ofreces tu amistad, que, como sabemos se trata de un sentimiento desinteresado, y que, lleva implícita como condición sine que non, la reciprocidad. Ya lo decía Laín Entralgo (Sobre la amistad), <el amigo es como el otro yo de uno mismo, el alter ego>. Te lo dije en un comentario anterior; considero que entre nosotros hay más puntos de encuentro que de desencuentro. Nos hemos encontrado en algo que para mí es lo más sublime de un ser humano, la comunión de ambos en el mensaje trascendente de Jesús de Nazaret; donde, es precisamente la amistad, el amor, lo que nos identifica y a la vez nos diferencia de otros. Pero... ¡qué difícil nos lo puso aquel <loco> de Nazaret!..., ¡debemos amar y perdonar a todos, hasta a los propios enemigos! Aquí radica, lo afirmaba un estudioso y exegeta judío como Joseph Klausner (Jesús de Nazaret), la singularidad del Cristianismo como consecuencia de su radicalidad extrema. Es decir, la ética cristiana no tiene parangón. Con humildad, apreciado amigo Jardinero de las nubes, aún no hemos llegado a ese estado, entiendo que beatífico,..., pero, es posible y por mi parte voy a intentar, con el corazón, el espíritu y el alma (los míos) en mis manos, ofrecerte mi sincera amistad. Ten seguros de mi parte mi lealtad y respeto... aun en la discrepancia, pues no olvidemos que somos humanos, pero tu dignidad (de procedencia divina), origen y fundamento de todos nuestros derechos, jamás será atentada por mi parte.
Si procedemos así, considero, así lo entiendo yo, es porque la conmovedora y singularísima historia de Jesús de Nazaret, que a mí (a ti) me ha subyugado y cautivado (mucho más cuando he profundizado en ella), se debe a que es el único personaje histórico a quien profeso una sincera admiración y un respeto sin límites, sublime. Su mensaje es corto, pero muy hermoso, dar amor, amistad sin ningún tipo de prejuicios. Éste deseo, apreciado amigo Jardinero de las nubes, que sea nuestro lugar de partida y de encuentro. Si es así, lo que espero y deseo, nuestra amistad (ser amigos) estará asegurada.
Dices en tu escrito que: <ahora yo no me encuentro muy bien>, lo que me preocupa; y, pido a Jesús que te ayude; que tu situación o estado sea físico u orgánico, sea psíquico, afectivo o anímico, vuelvan a la normalidad, de corazón te lo digo.
Aunque algunos foristas me piden que no me extienda tanto en mis comentarios, se dan situaciones o casos (como es el tuyo, amigo) donde la brevedad hemos de soslayarla. No; no me desanimo porque algún forista vierta opiniones negativas sobre lo que escribo; me afecta, me duele, que no se <quieran entender> algunas cosas que digo. La crítica, cuando es como tú indicas, leal y respetuosa, y no cuando anteponemos lo pasional (y, muchas, quizás todas, las pasiones son ciegas), no lo afectivo, a lo racional y humanistarista, encontramos fácilmente a mano la descalificación cuando no el exabrupto. Hablas de tantas cosas tan importantes, tan humanas y divinas, que, apreciado amigo, no tengo por menos que extenderme.
A modo de sugerencia me das un consejo que te acepto, aun lo problemático que resulta dar consejos. Me pides que mis estudios y lecturas las haga y las ofrezca a Dios. Amigo Jardinero; ésa es, ha sido y será mi norma de conducta por cuanto que tengo profundamente asumido de mis debilidades, de mis limitaciones, de que Dios está por encima de todos nosotros. Dios Padre, y siempre por mi parte a través de Jesucristo su Hijo, está (están) presente (s) tanto en mi corazón, en mi mente como en mi alma, cuando pienso algo, hago algo, estudio algo, ofrezco algo y pido algo. Si somos libres, si somos los seres más inteligentes habidos en este mundo, si poseemos pensamientos y sentimientos, si somos artífices de la creatividad, grande o pequeña, es porque Dios así lo ha querido... por amor, por amistad con el ser humano. El ser humano posee algo tan extraordinario y singular, la dignidad humana, que sólo tiene su procedencia, su origen, en la divinidad. Es lo que nos identifica a Él. Hubiera podido el Creador habernos hecho como a los demás seres, un gato, una cebra, una cucaracha, una alcachofa, un árbol...; mas, al carecer de libertad como sucede en estos casos, los instintos imperarían y todo se haría ciegamente. Nuestra libertad que conlleva limitaciones tiene su fundamento en nuestra dignidad... divina.
Me sugieres igualmente que la humildad presida todo en mí, mis actos, mis pensamientos, mi decir y mi escribir; lo que te agradezco también de corazón porque, los buenos consejos aun sabiéndonos y practicándolos nunca están demás. No obstante, apreciado amigo, sí quiero indicarte un pequeño apunte. La humildad no debe estar reñida con la autoridad (me explicaré), pero sí con la soberbia. Autoridad no en el sentido de autoritario y autoritarismo, no; sino en aquella que tiene su origen en el saber y el conocer... siempre y cuando ambos estén en consonancia o coherencia con la praxis, a lo que llamaríamos honestidad. Sin que valga la comparación, ¡Dios me libre!, Jesús, decían sus oyentes, hablaba con autoridad: <No he venido a abolir la Ley, sino a perfeccionarla>; <Habéis oído..., pero yo os digo...>, p. ej. Este tipo de autoridad no está reñida con la humildad. Otra cosa es la soberbia, que nos impide servir y compartir, nos hace excluyentes, querer ser poseedores de la verdad..., que, como sabemos, muchas veces puede poseer cara poliédrica.
En este sentido, amigo Jardinero, siempre tengo presente una frase de Agustín de Hipona (Confesiones), que nos dijo: <La soberbia cierra todas las puertas, la humildad las abre>. Sed, como yo, nos dijo El Maestro, mansos y humildes. San Agustín, que siempre fue referente de lectura y meditación, así como de conducta de nuestros singulares místicos, Teresa de Ávila (Teresa de Jesús) y Juan de Yepes (Juan de la Cruz), la Doctora Universal de la Iglesia y el Doctor Místico, después de una vida de crápula en su juventud llegó a una de las cimas de la Teología, luego a la santidad. Sí, la humildad como norma de conducta. San Juan de la Cruz ejemplificó cotidianamente su humildad aun su extraordinario saber (yo diría sabiduría) tanto en lo humano como en lo divino. Todas y todos ansiaban que fuese su confesor, su director espiritual... por su sabiduría y su humildad. En cuanto a la santa de Ávila, ella misma nos dice en el libro de su Vida, que la humildad le abrió muchas puertas... consiguió muchos favores materiales y legales enfocados todos en benéfico de su labor reformadora del Carmelo. Son para mí, amigo Jardinero, mis referentes en cuando a la humildad como norma de vida, aparte, claro está, de Jesús de Nazaret.
Como entre amigos, amigo Jardinero de las nubes, no deben existir secretos y sí mucha comunicación, confianza mutua, confidencias y complicidad; entenderás, estoy convencido, que deseando ser cada vez más humilde, aun poseyendo y ampliando el saber y el conocer, quiero decirte que acabo de finalizar en el Instituto de Espiritualidad de Burgos, adscrito al Teresianun de Roma, la diplomatura en Espiritualidad Cristiana, tres cursos, e igualmente un máster (lo escribo con tilde) universitario en Ciencias de la Religión, en la especialidad de Orígenes del Cristianismo, aparte de estar inmerso en estudios teológicos de mayor calado. Precisamente para eso, amigo mío, para intentar cada vez ser más humilde rehuyendo lo soberbio, pero no el saber y el conocer, que... suelen dar autoridad, abundo y profundizo constantemente en esa dirección y sentido.
¿Que no te considere apóstol? Lo eres, amigo Jardinero, lo eres; un continuador de la labor de los elegidos por Jesús, de sus amigos más íntimos, porque los amigos se eligen. Estás practicando, con humildad, una labor de misión y de comunión, que son los rasgos característicos de la eclesiología moderna, resultante de la doctrina emanada del Vaticano II, y que se plasma en forma magistral en el documento papal Christifidelis laici, de Juan Pablo II.
Es posible, muy probable, que si esta amistad prospera y fructifica, podamos comunicarnos, entiendo que más pronto que tarde, por otras vías, p. ej., vía e-mail.
Un amigo.
Alter ego.