Querido amigo,
Está comprobado que en Aldea el saludo es un arma electoral de primer orden. ¿Qué me vas a decir cuando tanto me han dicho por, debido a mi timidez, no ser capaz de articular saludo? En las grandes urbes, los tímidos pasamos más desapercibidos, y en ese sentido son un placer los paseos solitarios, pues nos evitan el tener que estar con el saludo en el rincón de la boca.
Y no hablemos del verano: si pasas por un corro y no saludas, se hace el silencio detrás de ti y cincuenta pasos más tarde comienzan los bisbiseos, que después se tornarán tertulias sobre las miserias de tu carácter.
Sé, por descontado, que a Santiago le critican mucho por no ser de saludo fácil y sólo prodigarlos en época de campaña electoral. Y a mí también me criticaron. ¿Entiende ahora por qué dije en una ocasión que yo no podría tener "hipocresía" para dedicarme a la política?
Por eso, como deseo ver a Santiago de primer edil, le he ofrecido este consejo.
Demasiado bien sé que bajo su solemne apariencia, algo severa externamente, se oculta una gran persona.
El jardinero de las nubes.
Está comprobado que en Aldea el saludo es un arma electoral de primer orden. ¿Qué me vas a decir cuando tanto me han dicho por, debido a mi timidez, no ser capaz de articular saludo? En las grandes urbes, los tímidos pasamos más desapercibidos, y en ese sentido son un placer los paseos solitarios, pues nos evitan el tener que estar con el saludo en el rincón de la boca.
Y no hablemos del verano: si pasas por un corro y no saludas, se hace el silencio detrás de ti y cincuenta pasos más tarde comienzan los bisbiseos, que después se tornarán tertulias sobre las miserias de tu carácter.
Sé, por descontado, que a Santiago le critican mucho por no ser de saludo fácil y sólo prodigarlos en época de campaña electoral. Y a mí también me criticaron. ¿Entiende ahora por qué dije en una ocasión que yo no podría tener "hipocresía" para dedicarme a la política?
Por eso, como deseo ver a Santiago de primer edil, le he ofrecido este consejo.
Demasiado bien sé que bajo su solemne apariencia, algo severa externamente, se oculta una gran persona.
El jardinero de las nubes.