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ALDEA DEL REY (Ciudad Real)

El jardinero de las nubes

El enlace en concreto es:

http://magdalenagabetta. blogspot. com/2008/03/el-jardinero-de-las-nubes. html
Feliciano Moya está logrando un gran reconocimiento en las lueñes tierras de Sudamérica.

La prestigiosa autora argentina que me dedicó el poema, ha colocado en sitio destacado la pintura pastel que Feliciano me dedicara. He aquí el enlace, indicado con el permiso de la autora (doña María Magdalena Gabetta):

http://magdalenagabetta. blogspot. com/

Gracias, Feliciano, embajador artístico de Aldea. Gracias por tu arte y hacer historia en este pueblo que tanto amamos.

Gracias, María Magdalena, ... (ver texto completo)
Hace ya mucho tiempo que dejé de concurrir a la Semana Santa de Aldea. En esta época suelo darme un garbeo por las costas del Mediterráneo. Aunque yo sea animal de secano, necesito sentir de cuando en cuando la presencia del mar, aunque parezca una traición y una ostentación en relación a las tan queridas personas que conozco que nunca han visto el mar, porque vivieron en tiempos de estrecheces, en los cuales no se estilaban los viajes de placer.

No obstante, conservo recuerdos nítidos de la Semana ... (ver texto completo)
Cuando quisimos aguardar a hacerlo, la arena del tiempo interpuso una barrera insalvable. Soñábamos con hacer ese viaje a Córdoba. ¿Te acuerdas cuando nos contaban que el abuelo se fue de este mundo con las ganas de llevar a su familia a visitar la Mezquita de Córdoba? La guerra le impidió realizar este deseo, y la vida me había dejado a mí solo para realizarlo.

Con el primer dinero que acopié en mi vida, hice el equipaje y puse rumbo a la capital andaluza. Mis ojos serían los tuyos, y en mi corazón ... (ver texto completo)
Figaro, tampoco me he olvidado del texto y del poema que me dedicaste.

¡Qué lástima que entonces no tuve la precaución de haberlos copiado!

Gracias, de corazón.
Una gran poetisa argentina, me ha dedicado esta poesía que realmente pertenece a mi pueblo. Hoy las nubes van a descargar perfumes de felicidad, en forma de lágrimas. Gracias Magdalena.

"Jardinero de las Nubes

Desde una cómoda nube,
a horcajadas del infinito,
observas el mundo cual escenario que gira
mostrando día a día una escena diferente,
que cultivas con amor.
... (ver texto completo)
Allí me lo encontré, tocando la guitarra en la hondura del valle. Yo ya había cumplido los veinte años, y llevaba puesta la misma chaqueta que ahora, toda raída y desabotonada, cubre la tristeza de mis carnes en este momento de escritura... Lo encontré tocando la guitarra en ese valle escondido de Aldea, que por la abundancia de olivos me gustaba llamar "El bosque de las aceitunas". Faltaba poco para el advenimiento de la primavera. Las nubes bajas, pesadas y esponjosas, soltaban con el roce del ... (ver texto completo)
Querido amigo Libertad:

Te he de dar las gracias por esas emocionantes e inmerecidas palabras hacia este indigno sujeto. ¿Qué hemos hecho sino sobrevivir, tratar de demostrar de que seguimos amando esta tierra y que creemos en la libertad de expresión? Sin duda muchos habrán de decir que nos faltan tornillos por mantener nuestros deseos de comunicación, por predicar en el desierto, por no tener otra manera más constructiva de emplear el tiempo.

Yo te lo digo, ya que te has sumado a nuestro ... (ver texto completo)
Hoy me ha saludado con mi nombre de pila, al pie de la acacia aletargada por el invierno (aunque ya con alguna leve flor y yemas de primavera temprana), la cual vi plantar cierto día de octubre de 1979. ¡Qué grande se ha puesto desde entonces!

Me ha saludado con mi nombre de pila, e iba empujando un carrito en cuyo interior se veía un bebé rollizo y sonrosado, bien dormidito, de apenas un mes de vida. Y he pensado que la vida de Jennifer acapara un buen pellizco de mi propia vida. Su mamá la trajo ... (ver texto completo)
Esto ocurrió hará unos tres años, entre la boca del metro y el intercambiador de autobuses urbanos. En el cielo de la tarde de Madrid había cierto resabio primaveral; nos cobijaba un árbol cuyas hojas empezaban a brotar. Había una fuente que tenía atrapado el arco iris entre sus visillos de agua.

Estábamos sentados en el mismo banco. Tú comías una manzana y tenías a tus pies una mochila manchada de yeso. El sol de Perú había sido el causante de tu rostro atezado y de tus negros cabellos, barnizados ... (ver texto completo)
- ¡Niño! ¿"Ande" para tu padre?

Yo había abierto la puerta sin vacilamientos ante tan insistentes aldabonazos. Me echó una cara que me levantó el susto, con esa boina mugrienta, esos ojos turbios por el alcohol, esa boca desguarnecida de dientes... El susto no fue para descrito, y quise cerrarle la puerta en las morronudas narices. Pero él interpuso su manaza con una fuerza que se me antojó homicida.

- ¡Niño, no me "arrempujes" la puerta y dile a tu padre que asome la jeta! -me espetó con su ... (ver texto completo)
Hoy me he equivocado... Hay una nueva oportunidad en el mañana, que de momento aparece limpio de errores.

Pero ¿ha de preocuparme tanto el mañana? El esfuerzo de mi senectud no ha de ser más afortunado que el de mi juventud. El pájaro quiere ser nube, la nube quiere ser pájaro, cantaba Tagore. Ni siembran ni guardan en graneros, y el alimento no les falta.

Frío tráfago el de esta sociedad que no conoce la felicidad aunque ande persiguiéndola incansablemente. El dinero es la cumbre, el dinero ... (ver texto completo)
Nuestro buen amigo Feliciano Moya, poeta de los pinceles, me ha informado en su último mail que ya están floreciendo los almendros en Aldea. ¡Y que no esté yo allí para que mis ojos se recreen en semejante milagro de la Madre Naturaleza!

Una vez, en los días de mi triste adolescencia, mientras me paseaba por entre las ramas en cierne de los almendros del camino de la Cueva del Alguacil, presencié algo maravilloso, a lo que la Naturaleza no nos tiene muy habituados:

Deambulaba yo por entre ... (ver texto completo)
Hubo un tiempo en que yo te perseguía por todo el filo de la tierra. Te amaba, y entonces dejaba mi ventana abierta y cruzaba mis brazos, tumbado en la banqueta de mis horas solitarias, para atrapar el hálito de la brisa de primavera que me susurraba tus ternezas al oído. Te buscaba bajo los arcos de las iglesias, y te perseguía por los arenales que la tormenta oscurecía. Mi corazón se rendía a los incesantes latidos que le provocabas. En las cimas y en los valles se auguraba tu presencia. Tus perlas ... (ver texto completo)
En la foto 19 he insertado un escrito acerca de la obra de Feliciano Moya.