Pronto llegará la última noche de febrero en que los mozos recorrían cada casa de Requejo, cantando el fin de las nevadas y llegada de la primavera. Con qué impaciencia se esperaba en casa la llegada de los marceros, con oidos atentos para detectar pisadas y susurros. De pronto rompen a cantar formando corro junto a la puerta: "Es descortesía y desobediencia en casa de nobles cantar sin licencia..." Se abre la puerta y los de la casa ofrecen el porrón y algo mas. Complaciendo al vecino, nuevo cantar "Marzo florido sea bienvenido..." u oración si así lo deseaban de la casa.