La nave es el cuerpo principal de la
iglesia, donde se concentran los asistentes porque aquí es donde se realizan las celebraciones religiosas.
Preside, como es lógico, un sagrario con una lamparilla permanentemente encendida, día y
noche, para indicar la presencia viva de Jesucristo en la Eucaristía, el Vecino de honor, cercano y amable, de todos los habitantes. Él está siempre a la espera.
Qué pasaría si un día el párroco nos dijera: “el Señor Jesucristo pasa todos los días y todas las
noches ... (ver texto completo)