Homenaje que el
pueblo quiso hacer en 1889 a Antonio López por el gran beneficio que éste trajo a la villa. La
estatua se elevó sobre una loma, avistando el
mar, como si el marqués esperase un
barco de su Compañía Trasatlántica. En la base del
monumento le acompañan unas figuras de mujeres, hoy desaparecidas, recuerdo de sus viajes por Filipinas o por las Antillas.