Monumento Natural de las Sequoias del Monte Cabezón con Secuoyas de más de 40 metros, CABEZON DE LA SAL

Monumento Natural de las Sequoias del Monte Cabezón. Caminamos hasta un mirador que debería dominar el bosque. No ocurre así. El muro de sequoyas es tan cerrado y los árboles tan altos que no hay perspectiva. Una senda desciende y nos mete en el bosque. Las primeras secuoyas se alinean a nuestra izquierda. Sus troncos se estiran hacia arriba, muy arriba, tanto que se pierden en las copas por donde se cuelan los rayos del sol.
El bosque se abre y la senda hasta un banco de madera, bajo dos de los árboles más espectaculares. Los guardas forestales aseguran que el árbol más alto supera los 40 metros. La ruta se bifurca. Bajamos por la derecha por terreno pendiente asegurado por una escalera de madera. También se puede descender sin camino y disfrutar de la arboleda. Las secuoyas fueron plantadas a intervalos regulares y luego clareadas. Pero medraron -doce metros en los primeros años- y se han juntado. Alguno está seco y su tronco muerto aguanta de pie, junto a sus congéneres que apuntan al cielo.

Sorprenden el silencio de un bosque que no tiene pájaros. También extrañan la ausencia de sotobosque y la falta de hozaduras de ciervos y jabalíes, sin alimento en esta arboleda foránea. Al final de las escaleras, después de pasar junto a unos pinos descomunales coetáneos, otro banco bajo cuatro secuoyas espectaculares permite un respiro. El bosque nos envuelve. En la penumbra rodeados por un muro de troncos marrones. La senda aún sigue y tras superar el arroyo Las Navas por un vado sale a terreno abierto, en un paraje donde pervive el arbolado autóctono: robles, castaños, avellanos. Más allá hay una pista forestal.
Podemos descansar, sacar fotos e intentar abarcar el tronco de las secuoyas. Son necesarios muchos brazos para conseguirlo. Desde luego no alcanzan las dimensiones de los árboles gigantes de Muir Woods, que tienen entre 800 y 900 años.

El sendero ahora sube, con escaleras o puentes de madera, siempre de manera sencilla, sin complicaciones. Los troncos ocultan el bosque, que permanece a media luz hasta alcanzar el banco inicial. Unos metros más arriba está el aparcamiento.
(Agosto de 2012)