El atrio de acceso a la basílica es de estilo neogótico. Se levantó inicialmente en 1918, pero tras los estragos de la guerra civil se reconstruyó con unas
esculturas de Nicanor Carballo, que sustituyeron a las de Josep Llimona, desaparecidas durante el incendio. Estas
estatuas de bronce, moldeadas por el
escultor vasco Luis Beitiaque, representan a
San Miguel,
Santa Elena, San Benito y San Antonio María Claret.