También pone de relieve la asombrosa capacidad de adaptación de la población conejera, la cual ideó un ingenioso sistema de cultivo basado en hoyos —o gerias— que hoy permite una profusa producción vinícola en la zona. Dan fe de ello las numerosísimas
bodegas que pueblan los alrededores de la LZ-30 —la modesta
carretera que parte en dos el
valle—, las cuales son responsables de que actualmente La Geria sea, ante todo, sinónimo de vino.