Tras la destrucción llegó la adaptación. La población de
Lanzarote encontró maneras de convertir la adversidad en oportunidad. Surgió el
paisaje agrícola de La Geria, donde los cultivos de vid prosperan protegidos por pequeñas paredes semicirculares de
piedra. En los
campos cubiertos de ceniza se plantaron higueras aprovechando la humedad retenida por el lapilli. La sociedad evolucionó: desapareció el sistema señorial y las antiguas
parroquias dieron paso a los actuales municipios.