En su lento discurrir, las distintas coladas pueden interferirse, entrelazándose unas con otras, dando como resultado un complejo
mosaico de morfologías donde resulta especialmente difícil esclarecer los límites y el origen de cada una de las piezas de este complejo puzle. Las coladas de lavas no mantienen siempre su misma capacidad para fluir. A medida que se alejan de los volcanes desde donde se emiten, las coladas van perdiendo poco a poco esta capacidad, enfriándose y volviéndose cada vez más densas.