“Yo no sé qué tienen esos leones de mi abuelo, no sé qué es lo que de ellos emana, que sin ser obra de
arte propiamente dicha las gentes a ellos se acercan, les pasan la mano por el lomo, se les quedan mirándolos y, en un impulso espontáneo, descuelgan la máquina del hombro y quedan fotografiándolos”, narraba sorprendido el escritor Leandro Perdomo Spínola.