Por la construcción y reconstrucción de una Villa que tuvo la imperiosa necesidad de dotarse de un
castillo, el de
Santa Bárbara, en la
montaña de Guanapay.
Teguise operó hasta bien entrado el siglo XVIII como una ciudad-estado desde la cual se gobernaba una isla de señorío contando en su solar con la representación del Cabildo, del beneficio, y de la escribanía.