Y que vistiesen perpetuamente seis pobres el Jueves
Santo, y que si los religiosos franciscanos fundaban su
convento en la
ermita de la
virgen de las Mercedes, se les diera la
huerta que tenía en este término. Años después, el célebre conde de la isla, D. Gonzalo Argote de Molina, casado con una hija bastarda del marqués de
Lanzarote, decidió llevar a cabo la voluntad de Sancho de Herrera.