El
convento se debe a Sancho de Herrera (el viejo), señor de
Lanzarote, quien otorgó en 1534 el mandato de que se hiciera un
monasterio de frailes de S. Francisco dentro de la
huerta de Famara. Que se gastara en él 500 ducados de oro, y que su cuerpo fuera enterrado en tal Monasterio. Pero ni sus albaceas, ni sus herederos, ni los frailes cuidaron de llevar a la práctica dicha voluntad.