El diablo danzante de las
fiestas de
Corpus recorre las
calles de
Teguise para destruir a los
Gigantes del Bien, atemorizando a los viandantes y jaleado por los gritos infantiles que profieren su nombre con temor. La ceremonia de la Lucha del Bien y el Mal, introducida por los franciscanos en el siglo XV, hoy pervive en el
Carnaval de Teguise con gran
colorido. Sus blancos ropajes pintados de negro y rojo, mascara diabólica, esquilones y zurrón atado a un palo, sincretizan las
tradiciones del cristianismo con las aborígenes de los mahos y la de los esclavos africanos.