En 1.680, gracias a las limosnas del
pueblo y a los donativos del obispo D. Bartolomé García Jiménez, se reconstruyó de nuevo el templo con tal perfección y riqueza que fue considerado uno de los más bellos de
Canarias. El descuido de un monaguillo provocó un último incendio – el día 6 de Febrero de 1.909. El fuego destruyó su maravilloso
coro repujado en cedro, así como gran cantidad de valiosas imágenes, cuadros y joyas.