También llamado
Monumento a la fecundidad, esta
escultura se levanta en 1969 como símbolo de la fecundidad de las tierras rurales de
Lanzarote y homenajea al labrador y deja patente el aprecio que César Manrique tenía por los agricultores. También consolidó la trayectoria artística del mismo. La obra se complementa con La
Casa museo al Campesino, un antiguo
caserío restaurado y ampliado por el artista y que buscó salvaguardar el estilo arquitectónico canario.