«Entre las
rocas de la costa alzada se oye un extraño hablar de madrugada, de gentes que en la
noche vigilaron». Salpica el suelo la
mar, las altas rocas, algún mástil de vela latina, y todo está alerta hasta por la mañana. Las mañanas de
Órzola siempre son inéditas, a veces de amables brisas sin alas, o en ocasiones con vientos yodados, que salubrifican y reconfortan.