No, no son cobardes los hombres de
Orzola, porque siempre se «rifan» la vida al pasar la barra trágica del
puerto. En las largas veladas de la zafra en la Salvaje, la mujer que espera a los seres queridos, se reúne con quienes comparten igual suerte, y hablan del
mar, del más duro mar que ellas conocen.