De esta etapa han quedado rastros como queseras, grabados rupestres y las
cúpulas costeras entre
Órzola y Punta Mujeres. Sobre estas últimas, Montelongo y Marcial Falero señalan que pudieron emplearse para « machacar determinados productos, como tintes,
comidas hasta ser centro de rituales relacionados con la fecundidad o la atracción de
lluvias».