Los primeros habitantes de
Lanzarote (hace unos dos mil años) dejaron huella en el territorio de
Haría. Según los historiadores Antonio Berriel y Antonio Montelongo, los primitivos asentamientos se condicionaban por « (…) la capacidad de obtención y almacenamiento de
agua, la presencia de tierras fértiles de cultivo y pastoreo la existencia de ciertos espacios naturales que sirviesen de
refugio ante posibles ataques o invasiones».