En
Haría, el artista encontró la tranquilidad y el contacto con la
naturaleza que tanto apreciaba. A comienzos de 1986, Manrique inició las obras de construcción de su nueva
casa reutilizando y adaptando una vivienda de
labranza, en
ruinas, ubicada en una
finca agrícola que había adquirido en los años setenta.